Sunday, January 08, 2006

Luces

Era una tarde de otoño, de esas agradables con viento ligero y el sol de un naranja, nostálgico. Me dirigía a mi casa en lo alto de un cerro, típico
de las colonias del pueblo donde vivo. Me detuve a platicar con doña Cleo en
la tiendita de la colonia. Entre chisme y chisme oscureció y decidí
encaminarme a mi casa.
Cuando iba cruzando un terreno vasto y baldío percibí una luz intensa sobre mí.
Miré hacia arriba y vi que no era una sino varias luces las que ahora se
encontraban en lo alto, luces de color blanco, rojo y amarillo que
parpadeaban de manera intermitente.
Era algo muy extraño. Las luces pertenecían a un objeto largo y ovalado que
flotaba emitiendo un ruido apenas perceptible a mis oídos. No podía dejar de
mirarlo, me causaba una fascinación casi hipnótica, pero nunca sentí miedo
por la nave extraña que volaba sobre mi.
De pronto las luces dejaron de parpadear. Se quedaron estáticas por unos
segundos y después se abrieron dos compartimentos de los que salieron dos
naves idénticas pero mucho mas pequeñas. Hasta ese momento no había
apreciado la verdadera dimensión de la nave, ahora me parecía gigante.
Pensé que seria conveniente bajar la mirada y ver si había otros testigos de
lo que en ese momento acontecía. Y si, bicicletas, carros y establecimientos
habían sido abandonados y los dueños estaban todos con idéntica expresión de
asombro en el rostro sin atreverse siquiera a respirar.
Luego vino el espectáculo.
Las dos naves pequeñas empezaron a volar en círculos alrededor de la
principal, sincronizando el parpadeo de sus luces de colores. Súbitamente se
detuvieron, emitieron un sonido agudo y corto, cosa de unos segundos, y
juntas lanzaron una gran luz verde que cubrió la colonia por completo. No
supe de mí por tiempo indefinido.
Cuando recobré la conciencia estaba incrédula ante lo que mis ojos veían.
Flotábamos en el aire todos los presentes y los demás parecían disfrutarlo.
Algunos hacían piruetas en el aire, jugaban a ver quien se iba mas lejos con
un empujón, otros contemplaban la nave como en un éxtasis místico, yo sentía
un bienestar inusual. Flote y flote. No sabia que hacer, sentía una enorme
curiosidad por saber quienes estaban adentro de las naves y que demonios
estaban haciendo con nosotros. Entonces se me ocurrió una idea. Le pedí a
uno de mis vecinos que me diera un empujón hacia arriba con todas sus
fuerzas, así lo hizo y fue suficiente para llevarme a unos cuantos metros de
la nave. Luego hice unos movimientos más para impulsarme y llegue a ella.
Ví un agujero en el centro del objeto volador. Era la entrada a un túnel y
más adentro había una pequeña puerta, al lado un botón grande y redondo con un símbolo que no reconocía.
-Espero que eso signifique ABRIR.
Y si, se abrió la puerta, entre flotando al interior y sucedió algo con lo que no contaba: Quede atrapada en algo invisible, como un campo de fuerza que me anclaba al centro de la habitación, un espacio circular sin muebles ni decoración, totalmente metálica, y lo que realmente me asusto fueron los seres extraños que me rodeaban.

No sé cuanto tiempo dure suspendida e inmóvil. Ellos no flotaban, estaban
ahí de pie observándome con sus grandes ojos negros, y vaya que eran
grandes. Sus cabezas eran como una pera invertida pero más redonda. No
tenían boca ni nariz. Estaban desnudos y no vi nada que indicara diferencia
de sexo, pero eso es algo que no puedo afirmar pues quien sabe si para ellos
existe tal cosa como sexo y si esto lo define alguna cosa que ignoro.
Entonces escuche una voz dentro de mi. La voz me preguntaba ¿a dónde quieres
ir?
Como si pudiera soportar mas confusión! Me quedé pensando -¿Debo responder?
Entonces vino a mi mente la isla de Moorea y ya me encontraba en ella. La
arena blanca, el agua verde transparente, las montañas...me imagine la vista
desde la cima de la montaña y sin mas ya estaba ahí, contemplando el inmenso
mar azul de diferentes tonalidades y a lo lejos otras islas verdes y bellas.
Comprendí lo que estaba sucediendo. Pensé en Paris y estaba parada en el
Pont des arts, el sena corriendo bajos mis pies. Pensé Bangkok y estaba en
el mercado flotante, luego me dije Beijing y estaba frente a la Ciudad
Prohibida. Pero en ninguno de estos lugares había personas...era un viaje
mental. Decidí salir del viaje pues me invadieron las dudas sobre el
propósito de éste...
Seguía ahí, flotando ante ellos. Formulé en mi cabeza esta pregunta: ¿Qué
hacen aquí?
Estamos estudiando a la raza humana. Nos asombra su capacidad de destrucción
y su forma irracional de reproducirse por millones cada día. Queremos
aprender sus patrones autodestructivos para llevar el mensaje a otros
planetas y advertirles lo que les puede suceder. Esto me lo comunicaron
telepáticamente, pues no tenían boca.
¡Ah, es eso! Pensé. Comprendo. Y ¿qué pasa con estos viaje mentales a los
que me están induciendo?
Como eres la única que se atrevió a entrar te brindamos ese regalo. Podemos
ver en tu aura que disfrutas mucho de desplazarte a otros lugares.
-¡Ah, que lindos! Tengo otra pregunta ¿estoy privada de mi libertad?
-Te puedes ir cuando quieras.
Amanecí en mi cama un viernes soleado.
Todo estaba claro en mi memoria. Me vestí rápidamente y salí a ver como
estaba la colonia...la vida transcurría con normalidad. Los piperos llevaban
agua, los taxistas pasajeros, los caballos rancheros, los niños iban a pie a
la escuela, era día de mercado y los comerciantes estaban ya vendiendo
frutas y verduras, pescado, productos de limpieza y celulares.
Ví entre la gente a un periodista, una cámara fotográfica colgaba de su
cuello y traía en la mano un cuaderno, estaba interrogando a un joven:
-¿Estabas aquí anoche como a eso de las nueve?
-Sí, aquí andaba.
-¿Tú viste las luces en el cielo?
-Nel, ¿cuáles luces?
-Las luces, se veían a kilómetros de distancia y ahora nadie parece saber
nada sobre el asunto!
-¿Ah si? No pues quien haya visto luces en el cielo que saque pa'ndar
igual.
-Olvídalo!
El periodista se marchó y también el joven junto con sus amigos, riendo a
carcajadas del periodista iracundo que se dirigió a una, dos , tres, cuatro
personas más antes de darse por vencido y abandonar la colonia en un vocho
color blanco.
Fui a la tienda de Doña Cleo, la había visto flotando con una gran sonrisa
en los labios la noche anterior y quería escuchar sus palabras.
-Doña, ¿qué paso ayer?, ¡estoy muy confundida!
-Ay mija, pues tuvimos una visita y la pasamos muy bien.
-¿Estamos hablando de lo mismo?
-Sí, sí, la luz verde que nos llevo bien arriba.
-Oiga, pero ¿no se asusto?
-Al principio si pero para cuando estaba flotando yo estaba a todo dar.
-Oiga, pero un tipo anda haciendo preguntas y nadie dice nada, pensé que se
había borrado de sus memorias o algo así.
-No, lo que paso es que después de que estuvimos flotando quien sabe cuanto
tiempo todos escuchamos o pensamos, no sé como estuvo, pero todos quedaron
de acuerdo en que no se iba a decir nada a los que no habían estado para que
nos volvieran a visitar. Estuvo resuave.
-Yo no escuche ni pensé eso.
-No mija pues tú te nos fuiste más arriba ¿no? Según el Pancho te dió un
empujón y ya no supo de ti, ¿dónde andabas?
-Lejos, muy lejos.
Le compré un Nescafé a Doña Cleo y me fui a caminar, todos parecían muy
contentos. Algunos limpiaban con entusiasmo el terreno donde todo había
sucedido la noche anterior.
Me acerqué a ellos y les pregunte que hacían, me platicaron que se iban a
reunir ahí en la noche con unos barriles de cerveza por si aparecían las
luces, no se lo querían perder.
Ahora mi colonia guarda un secreto.
Algunos días después volvieron a aparecer las luces y yo, ya mas relajada al
respecto, corrí hacia ellos, pegué un brinco y me dejé llevar al interior de
la nave, había muchos lugares por conocer aun....

Claudia X

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